LA SEÑORA INVENTORA

MERCEDES BOLEA

INVENTORA DE CALCETINES CORRECTORES, JUBILADA Y ABUELA EN FUNCIONES

Tras trabajar en una notaría de Huesca durante años, recibió la incapacidad debido a sus problemas articulares y en su intento por mantener la calidad de vida al máximo inventó unos calcetines para sus dedos rebeldes…y aquí estamos hoy!

LA HIJA MULTIUSOS

MERCEDES MORA

HIJA DE INVENTORA, DISEÑADORA MULTIMEDIA, FOTÓGRAFA Y GUÍA DE SAFARIS

Tras una vida de eclecticismo laboral entre códigos de programación, fotografías de amaneceres y leones africanos, se embarca en el proyecto con la esperanza de que para cuando sus pies hereden la artritis reumatoide familiar pueda conseguir grandes descuentos en calcetines correctores.

UNA INVENTORA INESPERADA

 

UN POQUITO DE NUESTRA HISTORIA

Con la ilusión de que mejore vuestra convivencia con las enfermedades que provocan la deformación articular en los pies os ofrezco una serie de calcetines creados para mantener los dedos rebeldes a raya!

Me llamo Mercedes Bolea, tengo 68 años y convivo con la artritis reumatoide desde hace siete y, a pesar de que a veces la batalla es extenuante.

Pero lo importante es no rendirse, sobreponerse a uno mismo y buscar la manera de minimizar sus efectos y los condicionantes que añade en nuestra vida cotidiana.

En mi caso, llegó un momento, en que andar se convirtió en una actividad de riesgo. Los dolores y a la falta de estabilidad me impedían realizar mis actividades rutinarias más simples. Además se incrementó la sensación de entumecimiento y de torpeza. Un círculo vicioso que crecía demasiado rápido y que no estaba dispuesta a aceptar.

En busca de soluciones, probé todo lo que encontré en el mercado, pero nada me acababa de convencer. O bien por su uso incómodo, o bien por ser soluciones a corto plazo. Tras darle muchas vueltas a la cabeza se me ocurrió una solución simple pero muy efectiva. De modo que, realicé unas costuras en mis calcetines para obligar a mis dedos a permanecer en paralelo. Como resultado, no se amontonaba entre sí.

Para mi alivio y sorpresa funcionaba, volví a poder caminar. Obviamente la enfermedad seguía ahí, pero que mis dedos no se atropellaran aliviaba los dolores al caminar. Al eliminarse las rozaduras, me permitía calzarme con zapatos que no fueran ortopédicos enormes. La mejora en mi calidad de vida era tan grande que cosí todos mis calcetines. Y más adelante incluso empecé a dormir con ellos.

Posteriormente, en una de mis revisiones médicas mi reumatóloga se sorprendió de que mis dedos hubieran mejorado su posición. Le expliqué mi invento casero e inmediatamente me animó: “¡Paténtalo! ¡Es una gran invento! ¡Cómo no se nos ha ocurrido antes!”

Y así comienza la historia de la que ya sabéis el principio, el resto lo escribiréis vosotros si queréis.